El agua es la vida para el pez,
pero el pez es también la vida
para el agua.
(Dogen)pero el pez es también la vida
para el agua.
Siempre tan claro y lúcido, Dogen señala sabiamente por dónde van los tiros de la percepción, mostrando quiénes somos con una sencillez impresionante. Su enseñanza nos enfrenta con Eso que siempre estuvo delante de nuestras narices, y que solo la ceguera de este falso yo -con el que cargamos de oficio- vela su obvio reconocimiento. En palabras de Kodo Sawaki:
"Como
la hierba en invierno
invisible en el campo
cubierto de nieve,
la garza blanca guarda su cuerpo
escondido en su propia
forma"
Chumpéter se buscaba a través de la economía y terminó en la bebida. Lástima de vueltas y más vueltas. Menos deteriorado, Codorníu seguía con su trenca y su barba en pos de la utopía sin terminar nunca de bajar las musas al teatro. Recuerdo que este me presentó al economista; aunque, en cierto sentido, podría haber sido al revés. Nadie estaba en aquellos momentos para elegir a nadie. También yo andaba perdida en el desencanto de una transición que provocaba la náusea por doquier. En el fondo, los tres deambulábamos inmersos en la misma niebla, el maldito puré de Unamuno.
Durante una década, nos hociqueamos inútilmente tras las sucesivas utopías, dilatando una juventud de treintañeros. Luego, nuestras vidas se fueron separando como cualquier existencia que no da más de sí.
Recuerdo que me replanteé muchas cosas en aquel periodo: la última -a la que más me resistí, aunque fue inevitable-, dejar de hablar con ellos de mi trabajo interior y demás temas circundantes en los que me sentía absolutamente incomprendida.
Saleta.
Durante una década, nos hociqueamos inútilmente tras las sucesivas utopías, dilatando una juventud de treintañeros. Luego, nuestras vidas se fueron separando como cualquier existencia que no da más de sí.
Recuerdo que me replanteé muchas cosas en aquel periodo: la última -a la que más me resistí, aunque fue inevitable-, dejar de hablar con ellos de mi trabajo interior y demás temas circundantes en los que me sentía absolutamente incomprendida.
Saleta.
Qué sorpresa me he llevado cuando he visto tu comentario Pepe... me encanta ver de nuevo a Saleta básicamente porque sé lo qué significa para ti, también porque en su nombre brotaron tus mejores prosas.
ResponderEliminarGracias por ser mi primer comentarista de esta vuelta qué no sé muy bien lo que es ni dónde me llevará, pero me gusta tu compañía.
Y qué decir de tu texto... oro molido es.
Beso
Muchas gracias, calmA. Esta es tu casa.
ResponderEliminarGracias Saleta por estar siempre atenta. No he podido escribir lo que deseaba, pero ayer envié un album Picasa de fotos para Pepe Codorníu y para Calma; sé que te gustará a ti también verlo. Necesito saber si lo recibieron. Mi corazón festeja hoy la victoria con fe renovada en la humanidad. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarLo recibimos, Flaca, lo recibimos. Al menos yo sí. Y doy fe de que tu alborozo estaba más que justificado. Gracias por compartir esos momentos de alegría.
EliminarPero qué alegría!! Volver a saber de ti, de Saleta y navegar por esas historias siempre colmadas de olas de magia. Historias con delicadeza.
ResponderEliminarUn placer siempre regresar allí donde permanecen buenas personas.
Besos desde mi orilla.
Feliz año nuevo, amigo mío.
ResponderEliminarQue las luces te acaricien el alma a diario, hasta el alba y vuelta a empezar.
Un placer siempre leerte y saberte ahí.
Besos desde mi orilla.
María, esta otra casa sigue siendo tu casa. Y es que, en ocasiones, me mudo de unas a otras, siguiendo un juego de heterónimos; un juego de niños, que ojalá nos permitiera la vida real además de la literatura de ficción. No te extrañe, por tanto, observar como alguna de estas casas finge estar abandonada: es la condición imprescindible para poder sentir que se vuelve a comenzar.
ResponderEliminarQue este 2015 te traiga larga vida y salud, para que tu mirada me regale una alegría durante mucho tiempo.