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sábado, 7 de marzo de 2015

Al clarear, 
la campana repercute en las flores 
cercanas al portón del templo.
                          Saimu (s. XVII)

Ya hace tiempo que no hay heladas. La tierra agradece la mirada suave del sol cuando amanece. Los días transparentes vienen de camino y montones de partículas exóticas, cómo el bosón de Higgs, tienen el espín nulo. Sin embargo, Codorníu todavía no se atreve a pasar del felpudo, siempre acorralado por la ciudad de cemento en que han convertido su mente los mercados. No le seduce deambular mascullando preguntas dolorosas acerca del pasado para darse de bruces con el hachazo imprevisto de la ausencia, como le pasó por mi causa. Sé que me recuerda: eso sí me consta. No puede verme; pero me recuerda... y sufre. 
.
Al fin consigo que salga. 

- Solo mirar -le susurro al oído para convencerle-. Deja que las pupilas se descuelguen por una de esas oquedades para ardillas pelirrojas y percibe atento la canción que cantan las ramas cuando las rompe un nuevo brote. Después, nos volvemos, te lo prometo. La mejor campanada -sigo diciéndole- es la que nos recuerda que hay que mirar. Mirar es algo así como estar en una habitación donde, de repente, se acaba de ir la luz; donde no se ve nada y tampoco se distingue nada al principio; sin embargo, poco a poco te vas dando cuenta de la ventana, la silla, la mesa; los papeles que duermen desde el viernes y que tienes que recoger de nuevo el lunes sin haberlos tocado, los pasos que (con un sueño inmenso) te sacan por la puerta camino del trabajo... Todo vale -le insisto- Tú que estás de este lado: ¡Observa! ¡Siéntate a sentir la vida y saberlo!

Me paso al otro oído y murmuro: 


- El sentir no es estático. Los ojos se acostumbran a la penumbra en otoño, pero han de cambiar el chip en el invierno tardío. El de esta época del año es el desaprendizaje más dulce. Hasta aquí (cuando montas la mente-escenario para el espectáculo del día), tienes la mirada y las imágenes; pero te falta distinguir el fondo. En esta próxima estación, tendrás la luz. En general, estarás con los ojos cerrados, durmiendo despierto. Entonces atiende, que es importante: El corazón de la naturaleza puede hacer de guión, de croquis, de palmatoria; una Ariadna para saber que, como el espín del electrón, estás en algún lugar, en algún momento.  El corazón -repito.




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