(Jean Klein)
En la
cocina, el vapor de la olla pega un prolongado siseo y sale con fuerza hacia la
solitaria porcelana del techo. La atención de Codorníu, después de seguir su
estela inútilmente, queda colgando atrapada entre ese instante dulce y su
imagen, que sigue bailando en el espejo del acero inoxidable como la camisa de una serpiente sin nóumeno.
Este yo al que tanto amé en su día cierra los ojos, se apoya en la pared y sonríe. Lo que siente y lo que piensa me sigue concerniendo, desde que el día que nos despedimos sin mirarnos en el andén del metro de Sevilla.
Ahora la frialdad de los azulejos le trae recuerdos de unas manos que cogían las suyas en un pasado remoto, allá donde el verdín se mezcla con la bruma.
Este yo al que tanto amé en su día cierra los ojos, se apoya en la pared y sonríe. Lo que siente y lo que piensa me sigue concerniendo, desde que el día que nos despedimos sin mirarnos en el andén del metro de Sevilla.
Ahora la frialdad de los azulejos le trae recuerdos de unas manos que cogían las suyas en un pasado remoto, allá donde el verdín se mezcla con la bruma.
Llegado a este punto, Codorníu deja siempre de mirar a lo lejos a través de un redondel despejado en el cristal empañado de la ventana. En esos instantes, todo, incluido
el tiempo, existe de otra forma para sus adentros. Si no más
verdaderamente, al menos desmontando alguna que otra emoción tan inútil como reactiva e inevitable…
Codorníu no puede
aceptar el papel de simple espejismo. Por eso yerra de un sitio a otro, azuzado por la sed de lograr ser alguien que ha despertado: la principal y última de las quimeras que lo mantiene embelesado.
La resistencia a existir sin identidad permanente y real es titánica. La sola posibilidad de ser un mero nombre "como-si-existiese" acerca la mano a la llama y hace emerger del alcantarillado celular los pánicos más imprevisibles.
La resistencia a existir sin identidad permanente y real es titánica. La sola posibilidad de ser un mero nombre "como-si-existiese" acerca la mano a la llama y hace emerger del alcantarillado celular los pánicos más imprevisibles.
Yo tampoco acepto no ser nada. Y tampoco aspiro a ser la mas. Solo parte de ser y estar, y vivir y sentir.
ResponderEliminarVamos Codorníu búscate...
Besos
Inma, las imágenes de ti misma son como los distintos papeles que representa un actor dentro de un inmenso espectáculo; pero aquí en vez de ser tú el actor, eres el personaje. Por tanto, debes buscar al actor que representa tu papel. Eso hace Codorníu.
ResponderEliminarBesos.
Tú eres inmenso y te encantan las quimeras y el color morado y los sobaos pasiegos, qué yo lo sé, y resistir... tú no tienes que encontrarte, la poesía te encontró a ti...
ResponderEliminarBeso
Si , todos somos personajes en el devenir de nuestra historia
ResponderEliminarMe gusta tu casa
¡Volveré!
André
Bienvenido, Andrés. La entrada cuesta la razón. Pero, esta es tu casa.
ResponderEliminarSaleta.