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sábado, 30 de mayo de 2015

Solo así se desarrolla la confianza:
en medio de la desesperación
de la vida cotidiana.
Correr detrás de otras cosas, no vale la pena.
                       (Adriano, emperador)

Codorníu, atiende, que se me cierran los ojos, leyendo por encima de tu hombro ese libro que señala a la Luna y que no paras de subrayar embobado. Te lo voy a contar yo en dos palabras: inventamos el mundo con la sencillez que las olas rodean nuestros tobillos transportando conchas y cuarzos. Pero el hacedor no es ese yo que creemos ser. Como personajes, la mayoría del tiempo seguimos y seguimos paseando a ambos lados de escaparates infinitos y nos cruzamos con los otros, separados tan solo por un cristal eterno e inhumano. 

Nuestras manos (las tuyas y las mías, que tantas veces se entrelazaron) se mueven sin nadie que lo haga. Una contra otra, las palmas resultan coincidir como presos o monos. Una alucinación interna, nos dice que sentimos la frialdad del cristal. Llámalo equis, en el fondo no hay nadie detrás de la medalla. Es todo más sencillo: un mar de fondo, con el que no contamos, nos remueve por debajo sin pausa. 

Sin embargo, un rayo de esperanza -fugaz ambrosía breve como el paso de un relámpago- hace que devengue el cristal en espejo. La boca (mi boca del pasado, y su aliento) lo difumina todo con la calidad perlada de un vaho que compartimos entre besos soñados. Nunca sabremos cómo se hace lo que sucede, cómo hacemos para creer que somos el guionista de los hechos. Al igual que Aladino, las quimeras nos montan en su alfombra y nos vuelcan de este lado, que también es el otro.

La facilidad con que tomamos por real la fantasía que llevamos dentro nos mantiene atrapados entre laberintos y pasillos de cristal, persiguiendo migajas oníricas. Tan solo se despierta a Eso que somos verdaderamente, cuando presenciamos con atención las lazadas de los arabescos absurdos que nos trae el día a día en medio de la desesperación de la vida cotidiana. Esas que creemos hacer, pero que nadie hace.


Automáticamente, sonreímos cuando nos sonríen...  No da tiempo a otra cosa. 

3 comentarios :

  1. Lo cotidiano mata , cierto es...
    Para eso esta la fantasía y menos que se invento.
    Buen texto como siempre.
    Buena semana.
    Muchos besitos

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  2. Noto tu ausencia, por ello me he pasado a verte, desearte muy buen fin de semana.
    Besitos

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  3. Mirando lo cotidiano aprendo del tiempo, de la vida, escribo....

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