El hombre no tiene un yo individual. En su lugar hay centenares y miles de pequeños yoes separados, a menudo totalmente desconocidos entre sí, nunca en contacto -al contrario-, hostiles entre ellos, mutuamente excluyentes e incompatibles. Cada minuto, a cada momento, el hombre dice y piensa “yo” y cada vez ese yo es diferente.
(G. I. Gurdjieff)
(G. I. Gurdjieff)
No hay nadie, Codorníu. Ni fuera ni dentro. Lo que hay detrás de ese yo que crees ser se encuentra tan fragmentado que, en rigor, se tendría que hablar de una infinita colección de conexiones o programas aprendidos; papeles y subpapeles listos para reaccionar ante un estímulo. En el fondo, se trata de una comuna anarquista perfecta, donde nadie se apunta lo que hace, y nada se queda sin hacer, por lo que todo esfuerzo es realmente impulsado sin tu permiso.
Esto parece ser un trágala demasiado fuerte para una mente lógico-conceptual (el cerebro frontal dotado por la naturaleza para evolucionar), que al no ver un solo sujeto detrás de estas acciones, permanentemente piensa:
- Aquí falta algo.
Y como para el citado "departamento de pensamientos" crear conceptos es lo más fácil del mundo, no se le ocurre otra solución que deducir una imagen mental que asuma el papel de erigirse en el hacedor de todas las idas y venidas propias de los patrones reactivos.
Este ilusorio hacedor es lo-que-tú-crees-ser, Codorníu, un sólido "coordinador" de todos esos procesos, un mero concepto al que le ponen una gorra y un pito y le nombran general; aunque, en realidad, ese yo sea lo más parecido a un espantapájaros que se me ocurre. Tan similares son ambas imágenes, que -desde lejos, sin una atenta observación- fingen existir a la perfección.
Este ilusorio hacedor es lo-que-tú-crees-ser, Codorníu, un sólido "coordinador" de todos esos procesos, un mero concepto al que le ponen una gorra y un pito y le nombran general; aunque, en realidad, ese yo sea lo más parecido a un espantapájaros que se me ocurre. Tan similares son ambas imágenes, que -desde lejos, sin una atenta observación- fingen existir a la perfección.
Así que, donde no hay (ni es necesario que haya) el más mínimo responsable de los hechos, nos encontramos a cada paso ante el depositario -y ahí comienza el lío- de la culpa y el miedo, por estar convencido de que todo tiene que ver con él; tanto lo que cree que hace, como lo que cree que recibe.
Sentirás mucha paz en el mismo momento que te atrevas a reír a carcajadas de lo que parece sucederle a este tal Codorníu. De forma que sabiendo todo esto, tienes que "hacerlo" lo mejor que puedas; sabiendo que no puedes hacer nada, y que tu voluntad es mera ilusión.
Prueba, prueba...
Para Noelplebeyo:
ResponderEliminarLo siento. Se me ha borrado involuntariamente tu comentario al verme obligado a repetir la entrada.
Mis disculpas.
Igual que Codorníu, también me he dado cuenta que como mucho, soy un simple coordinador de procesos. Pero... ¿Dónde nacen esos procesos? ;-) Saludote amiga.
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