"Nuestra visión y contemplación viaja al espejo. Ve y contempla lo que allí ve y contempla, y vuelve de regreso a nosotros. Entonces el ignorante se dice… “Yo soy eso que estoy viendo”. Mientras el sabio se dice… “Yo soy el que ve eso que estoy viendo. Estarlo viendo me hace saber que yo soy; pero yo no soy lo que estoy viendo”. (Pedro Rodea, El libro del espejo)
El mundo dejó de apretar a Codorníu, lo que aproveché para asomarme al otro lado del cristal, cuando -el muy cotilla- ojeaba una forma bonita de mujer. La mirada bastó para engancharle durante unos minutos, lo que aproveché para decirle que buscase aquello que nunca ha dejado de estar presente en su experiencia, aquello que nunca cambia. Fíjate, le dije a través del vaho, en ese "Conocer" que atestigua todas tus experiencias. Mira todo lo que viene y va en ti, y suéltalo porque nada de eso eres tú.
No te apropies
de ese "Conocer", no dejes que tu mente piense que poner
luz en la experiencia es una función del cerebro. No creas al Codorníu que te dice al oído que "tenemos una consciencia particular para cada
uno". El "Conocer" no está embotellado en un cuerpo individual, por más obvio que parezca. Este error viene de la costumbre de creerse un cuerpo en un mundo
proyectado por la mente. Ese "Conocer" -que aparece en el cuerpo- es al revés: toda la película del mundo (tu cuerpo incluido) es conocida por la consciencia, sin cuyo soporte nada "existiría" como reflejo; aunque sin este último, la consciencia no sería consciente de sí misma.
No es
necesario dar las luces de la sala ni parar la proyección para "intuir" la presencia de la pantalla. No hay problema en que
siga pasando la película; basta con que cada vez le des menos
importancia tanto a las imágenes como a las acciones que ocurren.
Y, por último, no olvides que como consciencia -tu verdadera identidad- siempre estás presente, sin esfuerzo...
En realidad, tu verdadera identidad es la Consciencia de un bebé: Consciencia eternamente existiendo sin tener consciencia de su existencia; consciencia que, más adelante, pasará por una fase de ilusoriedad transitoria al identificarse con un cuerpo.
En realidad, tu verdadera identidad es la Consciencia de un bebé: Consciencia eternamente existiendo sin tener consciencia de su existencia; consciencia que, más adelante, pasará por una fase de ilusoriedad transitoria al identificarse con un cuerpo.
Tan lejos del personaje que crees ser.
Y, a la vez, tan cerca.
Y, a la vez, tan cerca.
Siempre las apariencias engañan o están en lo cierto.
ResponderEliminarParece que Codorniu centra historias. Veremos que cuenta
Besos
Hay veces que distorsionados nuestro yo...Y así difícil.
ResponderEliminarPerdona que no venga tan asiduamente pero ando enferemita a la espera de un trasplante. . Y no ano mucho por los lugares que me gustan
Besos
Aceptar pese a que no guste lo que ves, lo que escuches, pero me cuesta aceptar y me revelo y hago y deshago y vuelvo a empezar. En fin voy a hacer un café con mi ansiedad; te invito, Saleta
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